Cuando terminamos de hablar,
el Señor
me llevó afuera y yo veía una mesa,
Y alrededor de ella estaban unas sillas de oro y resplandecientes,
Y había algo que las cubría, y era
de un color blanco muy brillante, entonces
en cada silla había dos ángeles...
...y después de
eso el Señor les daba la orden y ellos alzaban eso que las cubría y pude ver que estaba el nombre escrito de la persona en oro...
...y él Señor empezaba a llamar a
esa persona, esa persona se le acercaba al Señor...
Y él le
decía: “Gracias Hija por
estar aquí,
Gracias
porque yo te estaba esperando, porque tú puedes ser parte de esta mesa...
...y estar sentada conmigo
Porque
aceptaste la invitación”
Y el Señor seguía llamando,
hasta que
llegaba a una parte donde llamaba a alguien y esa persona no estaba allí,
y el Señor
cada vez que pronunciaba ese nombre, cada letra, él sentía que una parte de su corazón se desgarraba...
En cada letra que decía de ese
nombre, se le salían las lágrimas, y decía:
¿Por qué no estás
aquí?
Te tenía un
lugar en la mesa
Para que te
sentaras conmigo
y
hablaras conmigo y cenaras conmigo...
...yo te tenía un lugar
Porque tú haces parte de mi corazón
¿Por qué no viniste?
Porque no
aceptaste mi invitación
Y el Señor lloraba y lo decía con esa pasión, se le desgarraba el corazón...
Seguía llamando y la persona siguiente que estaba en ese lugar, se le acercaba
al Señor y le secaba las
lágrimas, y él le decía:
"Gracias hijo por estar aquí,
Gracias hijo porque tú eres mi vaso
Porque puedes secarme las lágrimas,
Gracias por estar conmigo,
Porque tú eres digno de estar sentado aquí conmigo en mi
mesa"
Y cuando el Señor
terminaba de llamar en la mesa, me
llevó a ver las
moradas...
Y yo entré a las moradas,
¡Y se sentía un olor Tan grato!
¡Se sentía una
paz!
Era como si el Señor nos estuviera
cargando
Y el Señor me decía: "Puedes hablar conmigo si tienes algo puedes hablar conmigo...
Puedes hacer lo que quieras,
Eres digna de
estar aquí conmigo,
Eres mi hija,
eres mi hijo amado
Yo
entregue todo por ti,
Por eso te
preparé está morada...
...porque tú
eres digno de estar aquí conmigo"
Y lo decía
con amor...
Y el Señor me decía: "¡¡¡Ves!!!
¿Por qué mi
pueblo me desprecia?
¡Si hasta lo árboles y las flores me alaban!
¡Y MI PUEBLO
ME DESPRECIA CON CUALQUIER BASURA DEL MUNDO!
Con ese dolor lo decía, se le
desgarraba el corazón, él me decía:
"Mi
pueblo me desprecia
¡¡¡POR BASURA
QUE ES EL MUNDO!!!
¡EL MUNDO ES BASURA!"
Y para cada uno de la
congregación, hay una silla preparada, el único paso es
Aceptar a Jesús en su
corazón
Porque cada uno tiene su morada, cada uno tiene su silla,
¡PARA SENTARSE
JUNTO AL SEÑOR!
Lo único que tenemos que hacer es aceptar al Señor Jesús, arrepentirnos de todo corazón
Porque el Señor dice:
YO QUIERO QUE MI PUEBLO ESTE CONMIGO,
PORQUE SON UNA PARTE TAN VALIOSA DE MI CORAZÓN